En estos últimos años y en mi día a día, cada vez encuentro casos que tienen más relevancia en este aspecto en el que la configuración clásica de la familia está consiguiendo transcender y adaptarse lentamente al nuevo contexto social.
De entre todas las formas familiares contemporáneas, una de las más controvertidas, pero que llama especial atención es este modelo familiar interespecies. En el que humanos y mascotas gozan del mismo nivel jerárquico dentro del hogar.
El 80% de las personas que encuentro en mis evaluaciones consideran a sus perros como hijos, y el otro 20% como compañeros o amigos.
No es de extrañar que muchas personas forjen vínculos realmente profundos y significativos con sus mascotas, a las que llegan a considerar como miembros de pleno derecho de sus familias, pues proporcionan desinteresadamente momentos de felicidad, sustentada sobre la aceptación incondicional e incrementan la calidad de vida.
La profundidad de una relación entre dos seres vivos se asocia a su capacidad para comunicarse entre dos humanos existe la posibilidad de establecer contactos tanto verbales como no verbales, a través del uso del lenguaje y el cuerpo respectivamente.
Cuando olvidamos que un perro es un perro.
El modelo familiar interespecies se refiere a una familia formada por distintas especies. Tratar a la mascota como a un hijo puede tomar una deriva complicada.
La Antropomorfizacion o humanización es mayor cuanto más cercano es el animal a él humano. Esta actitud se traduce en tratar a los perros como niños y suele darse porque tienen características típicas infantiles.
Las personas que humanizan hasta el extremo a sus mascotas suelen presentar carencias emocionales y afectivas. Otra situación que induce a la humanización son las adopciones ya que los dueños adoptivos desearían borrar o suplir el vacío y el dolor que les puede haber producido el abandono o un pasado complicado en estos casos se suele permitir y ceder ante ellos de forma excesiva como subir al sofá o dormir en la cama y para sus guías (propietarios) resulta muy complicado poner límites yendo asociado a una sensación de culpabilidad y de no querer “hacer daño” al animal.
El objetivo es obtener una relación equilibrada.
Este equilibrio está fundamentado en dos puntos:
- Tener unas pautas bien marcadas, que sus necesidades estén cubiertas y que sepa (él y nosotros) cual es su posición en la familia. En caso contrario se dan casos de ansiedad por separación, comportamientos agresivos así como otras conductas poco deseables.
- «Cosificar” o “objetualizar” al animal y que se traduce en considerarlo como un objeto. Se traduce en abandonos, malos tratos y falta de cuidado.
Desde nuestra experiencia recomendamos a los guías que no duden en consultar con un experto educador si tienen dudas o problemas conductuales. Nuestra intención es que las relaciones entre la familia y el animal sea lo más equilibrada posible.